domingo, junio 18, 2006

Un domingo cualquiera

Me despertó un sonido industrial.
Un avión surcaba el cielo gris,
que se extendía a lo largo y ancho de mi cama.
Encima de cada uno de nosotros
había un cielo parco, depresivo y gris
que se podía ver a través de mi ventana.
Salí a caminar con una bufanda roja,
el sonido de mis zapatos contra la acera me llevó a un supermercado bullicioso.
Compré películas viejas,
películas porno,
películas para pasar el rato,
películas que no iba a ver,
pero que de seguro me producirían cierta sensación.
De regreso a casa tuve la pasajera idea
de no tener un rumbo fijo en la vida.
Me pregunté:
¿A dónde corre tanta gente?
Al estadio, a ver televisión.
¿A dónde se fueron las mujeres que amé?
Me las comí, me atraganté.
¿De dónde sale tanta sangre?